Según un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), el consumo de carne vacuna en el país ha caído un 11,2% en comparación con el año anterior, alcanzando los 47,2 kilos per cápita. Este descenso se debe en gran parte al impacto de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, que han llevado a los consumidores a optar por alternativas más accesibles, como el pollo y el cerdo, cuyos precios han aumentado significativamente en el último año.

A pesar de la disminución del consumo interno, la industria frigorífica ha logrado un notable aumento en la producción, alcanzando 290.000 toneladas en octubre de 2024, el nivel más alto en quince meses. Sin embargo, la absorción doméstica se mantuvo en 1,848 millones de toneladas, lo que representa una caída del 10,2% interanual. Estas cifras reflejan un desafío estructural en el sector, que debe adaptarse a los cambios en los hábitos de consumo y las condiciones económicas actuales.

Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, subrayó que la recuperación de los ingresos de los consumidores es fundamental para reactivar el mercado interno, aunque se prevé que esta mejora no se materialice hasta principios de 2025. En este contexto, las exportaciones de carne vacuna han alcanzado cifras récord, con 784.000 toneladas en los primeros diez meses del año, lo que representa un aumento interanual del 12%. Este crecimiento en las exportaciones sugiere un potencial para la sostenibilidad del sector a mediano plazo.

Contexto

El descenso en el consumo de carne vacuna se enmarca en una realidad económica compleja en Argentina, caracterizada por la inflación y la variabilidad en el ingreso de los hogares. Sin embargo, el aumento en las exportaciones y la recuperación gradual de la producción podrían ofrecer oportunidades para revitalizar el sector. Los consumidores han comenzado a diversificar su dieta, lo que podría abrir espacio para el desarrollo de nuevos productos y mercados.